miércoles, 29 de junio de 2016

#58 - Tarareando algo que no se sabe qué es

Negra Marta  Rodríguez
Córdoba



¿Qué te acercó a la música?
Mi viejo había sido cantor y guitarrero en su juventud, pero fue más por mi hermano, que desde muy pequeño tocaba la trompeta y estudiaba música. Siempre lo seguí mucho, como me llevaba algunos años, me fue mostrando los primeros discos, casetes, recitales, libros… Así la fui encontrando entre tantas otras cosas… Un día apareció en casa una guitarra, había muchas  revistas que traían canciones y los acordes para aprender, y así arranque con toda la felicidad del mundo. Fue amor.

¿Cuáles fueron tus primeras incursiones?
En mi casa, con mi hermano que me acompañaba y yo que cantaba. Luego en el colegio empecé a meterle manos a la guitarra, comencé a estudiar piano, y aunque todo era con partitura, en mi casa yo orejeaba todo lo que se podía orejear, me encantaba pasar horas con un tecladito que me había regalado mi viejo, metiendo ritmos y tocando canciones. Ya en el secundario, con los pibes armamos una banda, tocábamos covers de rock nacional, fue una época muy divertida, de juntarnos y pasar mucho tiempo guitarreando, compartiendo en la casa de alguno, andábamos en manada todo el tiempo.  Ensayábamos a la vuelta de mi casa, en el garaje del Ale, hacíamos un ruido bárbaro y los vecinos nos odiaban, jaja… Pero recuerdo con mucho amor aquellos tiempos.

¿Tenés una metodología de composición y trabajo?
No tengo método, de hecho creo que soy muy despelotada, anoto cosas en cuadernos, garabateo, dibujo, grabo en el teléfono cosas del momento que a veces cuando las escucho no se entienden, a veces voy caminando y se me ocurre algo, lo grabo…. A veces escribo cosas que no sé bien si son poemas o canciones, las dejo en remojo, o manijeo y me quedo todo el día con algo. A veces viene todo junto, letra y música, otras sólo toco horas la guitarra tarareando algo que no se sabe qué es. Me cuelgo y si sale sale; si no, la dejo otra vez a la espera, pruebo letras, si no, otra vez en remojo… No lo sé muy bien. Las canciones a veces te sorprenden y creo que en mi caso es así, no las obligo.

¿Cuál es el momento más placentero del proceso musical?
¡Cuando estás que no podés parar! Cuando se pasa el tiempo y seguís hasta el final con algo, cuando te encontrás con alguien que te suma mucho con una idea, con una letra, con otra percepción. El momento en el que conectás con otra persona tocando, es muy hermoso también y es magia pura.

¿De qué hablan tus canciones?
Hablan mucho de mí. Aunque a veces intento salir de ese lugar, es raro que lo logre… La raíz está en el amor, en las pequeñas cosas, lo simple y lo complejo de los sentimientos. Los deseos, lo atesorado, todo eso siempre se acompaña con paisajes, que a veces son nublados, a veces estallan de sol o son tormentosos…

¿Qué esperás que pase con tus canciones?
Nunca pienso mucho en eso… Si a alguien le sirve o se identifica, es re loco, me parece un flash. Lo siento así con muchas cosas que yo escucho, y cómo una canción te puede llevar o traer para muchos lugares. Si sucede, creo que es mágico y una alegría hermosa, pero no sé, muchas veces las canciones sólo salen para curarnos de algo, para remendar los dolores, para decir cosas. Como salen de uno y uno va cambiando todo el tiempo, es difícil dar un pronóstico, onda con esta canción voy a cambiar algo o voy a ser tal cosa, qué sé yo, que sean lo que sean, que viajen y que logren salir de mí. Eso ya es mucho.

¿Cuándo empezaste tu camino solista y por qué?
Se está dando naturalmente ese proceso. Es muy loco porque desde siempre me moví en formato banda. Gracias al trombón comencé otro viaje. Cantar y tocar me abrió nuevas puertas, y en ese sentido siento que he sido muy afortunada. Y, sinceramente, me encanta compartir y aportar alguito aunque sea a los proyectos de otros músicos, pero existe esa otra parte que no puedo dejar de ver, la de cantar canciones que por algo están ahí, son parte mía, y la razón principal creo que es que no encajaban en ninguna otra cosa que no fuera yo. Y desde allí voy construyendo, aún no grabé nada, hay canciones viejas que ya pidieron pista hace rato y otras que vienen llegando, y por ahí andamos ahora.

¿Cómo ves la escena musical?
Me parece alucinante, una ola de compositores y de bandas que tienen unos proyectos hermosos, que laburan muchísimo, se autogestionan, producen sus conciertos, con muchos a veces toco y es un placer participar, estar allí, compartir. Es tremendo eso.

¿Con qué músicos de tu entorno te sentís emparentada?
Por suerte, este camino me viene llevando por tantos lugares y gente hermosa, que sería injusto nombrar a algunos y otros no. Soy muy agradecida, no sólo por la música, sino por la amistad que nace y la que perdura, y además, porque de todo y todos he aprendido algo.

¿Encontrás alguna identidad musical propia de tu zona o circuito?
Musicalmente pasan muchas cosas, noto un destape de cantautores, también encuentro alta conexión entre músicos que logran unos intercambios tremendos ¡y eso está mortal!

¿Un disco?
Marmas, de Gonza Sánchez.

¿Una canción?
“Punto ciego”, de Toch.

¿Una frase?
La que me enseñó el tema: “Somos flor de un día”.

¿Un espacio?
Los patios.

¿Con quién continúa la serie?
Luci Rivarola →

LA MÚSICA POR SU CANCIÓN: “VIDALITA”

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