miércoles, 11 de mayo de 2016

#51 - Faltan un par de grados y hervimos todos

Juan Ingaramo
Córdoba



¿Qué te acercó a la música?
Supongo que mi entorno familiar fue lo primero. Mi viejo, mi tío y mi abuelo son músicos, el piano era el anfitrión de las reuniones familiares. 

¿Cuáles fueron tus primeras incursiones?
A los siete años intenté aprender a tocar la guitarra. Estudié un año entero junto a mi mejor amigo con un profe divino, Marcelo Elmo. ¡Tuvimos nuestro show debut en un geriátrico de Córdoba! 

¿Tenés una metodología de composición y trabajo?
Seguro. No la tengo escrita y quizás ni sea consciente de ese orden, pero viendo hacia atrás y en la actualidad, hay ciertos patrones que respeto y repito. De todos modos, sería ideal que vaya mutando con el tiempo, porque probablemente cambiando el método se llegue a diferentes resultados.

¿Cuál es el momento más placentero del proceso musical?
No creo que haya uno en particular. En lo personal, tengo la suerte de disfrutar de casi todas las etapas. Por ejemplo, cuando estás componiendo y encontrás un diseño que te gusta mucho, se produce un placer increíble. A medida que vas orquestando encima, sumando capas, también. Y ni hablar cuando lo escuchás terminado, mezclado y masterizado. Obvio que el momento del vivo es único y tiene esa cuota que nada de lo que te mencioné anteriormente tiene. Por suerte, como músicos, podemos encontrar el disfrute en muchas de las etapas del proceso.

¿De qué hablan tus canciones?
Son una especie de “fotografía lírica” de momentos personales y momentos ajenos. Algunos reales, otros ficticios. Creo que predomina la cuestión generacional, el amor y los amigos.

¿Qué esperás que pase con tus canciones?
¡Que se escuchen!

¿Cuándo empezaste tu camino solista y por qué?
Cuando se separó mi banda. Si bien ahí me dedicaba más que nada a la batería, tenía ya un canal compositivo activado y, fuera cual fuera el formato, necesitaba darlo a conocer, sacarlo de mi casa.

¿Cómo ves la escena musical?
A punto de la ebullición. Faltan un par de grados y hervimos todos (¡en el buen sentido!). Es cuestión de un tiempito más en el que se acomode todo lo que hace falta para dar lugar a lo nuevo.

¿Con que músicos de tu entorno te sentís emparentado?
Con toda mi familia de Discos del Bosque, sobretodo. Y con muchas de las bandas de la escena con la que compartimos el código etario.

¿Encontrás alguna identidad musical propia de tu zona o circuito?
Vuelvo a Discos del Bosque, Córdoba. Pienso que toda obra artística es hija de su tiempo y de su tierra. Inevitablemente hay muchísimos rasgos que responden a esas cuestiones, muchas veces al margen de las intenciones estéticas de los creadores. Los paisajes, las tonadas, la noche, las palabras, y miles de elementos se traducen en ritmos, armonías, y universos líricos. A grandes rasgos y para que se entienda, en Buenos Aires es el puerto y el cemento, en Córdoba el campo, las sierras y el río Suquía. Todo eso, seguramente se escucha y constituye el elemento distintivo de cada identidad musical.

¿Un disco?
Family Game, de De la Rivera. 

¿Una canción?
“Brillar”, de Valdés.

¿Una frase?
“La pelota no se mancha”, ni hace falta que te diga de quién es. Mirá vos.

¿Un espacio?
Mi homestudio.

¿Con quién continúa la serie?
Candelaria Zamar 

EL MÚSICO POR SU CANCIÓN: "HORÓSCOPO"


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