miércoles, 15 de abril de 2015

#6 - Todas las canciones del mundo hablan de amor

Mene Savasta Alsina 
Mar del Plata, Buenos Aires 




¿Qué te acercó a la música?
Crecí en una casa donde la música fue siempre muy importante. Estaba presente desde distintos aspectos: mi papá, ingeniero en sonido, fabricaba equipos de alta fidelidad y sonorizaba música en vivo, y mi mamá, arquitecta, melómana, nos hacía escuchar una hermosa variedad de músicas a la vez que nos iba contando qué escuchábamos y de qué época era. En la casa circulaban personajes de todo tipo, músicos populares, músicos académicos o amantes del sonido. Siempre hubo música. No imagino el mundo sin ella.  

¿Cuáles fueron tus primeras incursiones?
Tuve un Casio a los cuatro o cinco años. Recuerdo que con las teclas negras saqué la melodía de “I´ve got rythm” de Gershiwn. Después tuve otro Casio, más grande, y tuve una banda con mis amigas del barrio. Las piolas del 2000. Para mis nueve años habíamos grabado un casete. Lo subí hace poco a bandcamp porque es realmente curioso lo que hicimos: son todos hits.

¿Tenés una metodología de composición y de trabajo?
La improvisación es mi brújula. Me dejo sorprender por mí misma. Hace años que me grabo. Me permite jugar a ser el otro y escucharme. A partir de ahí, comienzo a tomar decisiones para pasar al momento de la composición. 
De cualquier modo, no tengo mucha conciencia de mi proceso creativo. Eso a veces me demora. Pero sé que por eso mi música no suena siempre igual. De hecho, no tengo recaudos en abordar las cosas de distinto modo cada vez, porque no es lo mismo hacer canciones, que hacer un montaje sonoro o un drone o componer para un espacio particular. 

¿Cuál es el momento más placentero del proceso musical?
Tocar. Y si no, ponerle play en repeat a lo que grabé. 

¿De qué hablan tus canciones?
De amor, claro. Todas las canciones del mundo hablan de amor, aunque no lo aparenten. 
Últimamente estoy mechando mucho mi amor por la filosofía y la lingüística. Tengo un tema nuevo que resultó ser un homenaje a Eliseo Verón. 

¿Qué esperás que pase con tus canciones?
Que vivan en la escucha de los otros. Que crezcan y se reproduzcan. 

¿Cuándo empezaste tu camino solista, por qué?
Empecé a presentarme sola con el proyecto Música Destructiva, por el 2009. Aunque a veces participaba mi hermano Antonio, es mayormente una música muy personal. Grabaciones de campo, samples, y protocanciones que había compilado en los años anteriores. A partir de ahí se abrió un universo: la música que podía hacer sola en vivo con mis artefactos. Le ponía play a todo lo que podía, improvisaba, hacía un set de 40 minutos sin pausa. Fui armando mi faceta experimental así. Entretanto, las canciones en general terminaban en los proyectos de banda como Operadora. En mi set solo quedaba solo el flash, más conceptual. Con el tiempo logré mezclar un poco los dos mundos. Hoy mi set solista va por ahí, en esa fusión.

¿Cómo ves la escena musical?
Amplia. 

¿Con que músicos de tu entorno te sentís emparentada?
Marder es mi familia. En Marder te encontrás gente grosa como Jiri Alvriv, Marina Fages, Santi Martinez y Hernán Kerlleñevich, entre otros, que están produciendo. Kabusacki es otro pariente, adoptado por Marder, o él nos adoptó a nosotros. Siento que somos escuela.  

¿Encontrás alguna identidad musical propia de tu zona o circuito?
Sí, Say no more

¿Un disco? 
Enfermo da cabeza, de Falo da Merda (Mar del Plata).

¿Una canción?
“Tiempos Raros”, Guauchos. 

¿Una frase?
"Se vos nomas, que al mundo salvarás", Almafuerte.

¿Un espacio?
El Río Arrayanes, en el Parque Nacional los Alerces, Chubut. 

¿Con quién continuamos esta serie?
Gastón Massenzio →

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